miércoles, 15 de diciembre de 2010

VIVA EL PAPA Y LAS ESTRELLAS DEL ROCK

Viva el papa y las estrellas del rock. Cuando Benedicto XVI piso nuestro país, muchos recordamos al verlo bajar saludando por la escalerilla del avión, la figura de Mick Jagger, Bono o Bon Jovi, es decir, una gran estrella del Rock, algo deteriorada por la edad que vine a demostrar la poca energía que guarda en su cuerpo.

Pero la realidad siempre supera a la ficción y lo que sucedió el pasado sábado en Santiago de Compostela llegaba a ser surrealista. Además de la gran bienvenida en el aeropuerto, a lo estrellita del rock, como se ha mencionado antes, a Benedicto XVI, le esperaban quilómetros de calles valladas y cientos de pancartas, pagadas con dinero público, donde se podía leer, “Galicia Camino del Papa”, y “Contigo en la fe y en el Cristianismo. Además, tanto el papa como las autoridades correspondientes hicieron sentir a los compostelanos extranjeros en su propia ciudad, al parapetar gran parte de la de la misma, y machacarlos con constantes controles y registros.

¿Pero no vivíamos en un país laico y aconfesional? ¿En qué parte del cuento me he perdido? Las calles de Santiago parecían de todo menos calles de un país laico y aconfesional, más bien todo lo contrario.

Además, porque se le ha de pagar el viaje al papa y a su sequito, porque debemos hacernos cargo de su seguridad, porque hemos de renunciar a nuestras libertades como ciudadanos de esta o aquella ciudad, porque un señor mayor vestido de blanco, tenga la brillante idea de venirnos a visitarnos. Todas estas, son cosas que mi pequeño y malogrado cerebro ateo no consigue llegar a entender, pero hay muchas más.

En qué se diferencia la Salve papal del “Satisfation” de los Rolling, o la lectura del evangelio según mateo al “have a nice day” de Bon Jovi, pues básicamente, en el perfil de la gente que lo escucha. Los primeros suelen estar borrachos de fe, y los segundos borrachos de cerveza, pero los sentimientos que todos ellos sienten al escuchar las palabras de sus grandes ídolos suelen ser los mismos.

En definitiva, la misma acumulación de masas, el mismo olor a choto revenido y la misma sensación de idolatría sin sentido, se vive en una misa multitudinaria del papa, que en un gran concierto de una estrella del rock, eso sí, en el concierto se vive un ambiente mucho más distendido. Quizás este sea el futuro del próximo papa, montar una banda de rock y vivir a costa de los royalties, ya se sabe que la iglesia se adapta muy bien a lo moderno cuando se trata de recaudar, la pregunta es ¿hará algún día lo mismo con sus ideales?


Adrián Díaz García
4º Periodismo

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